Si hay una banda nacional de la que siempre espero que su disco no defraude, esos son Vhäldemar. Y es una confianza que se han ganado a pulso con los años. Llevan en activo desde 1999 y desde 2002 publicando trabajos que son impecables. Su perfecta mezcla de heavy metal clásico con toques de power metal europeo los han convertido en un referente en la escena nacional, logrando traspasar fronteras y hacerse escuchar en otros países.
Tras el potente Straight to Hell de 2020, vuelven a la carga con Sanctuary of Death, grabado de nuevo en Chromacity Studios bajo la supervisión del guitarrista Pedro J. Monge. La formación se mantiene respecto al disco anterior con el citado Pedro a la guitarra, Carlos Escudero a la voz, Raúl Serrano al bajo, Jandro Tukutake a la batería y Jonkol Tera a los teclados.
El álbum abre con Devil's Child, la cual ya adelantaron antes del lanzamiento del disco y que lo tiene todo para ser un himno de Vhäldemar, con ese inicio frenético de batería, la melodía de guitarra, el doble bombo y los teclados aportando partes épicas. La inconfudible voz de Carlos Escudero termina de coronar este temazo que recuerda a Gamma Ray en sus mejores años. Un corte más enfocado en el power metal más tradicional que su estribillo lo eleva a la categoría de clásico. Una de esas canciones que puedes escuchar en bucle sin cansarte. Primer golpe en la mesa de la banda que empiezan dándolo todo.
Dreambreaker no se queda atrás y mantiene la potencia sonora y la velocidad, con un Pedro desatado a las seis cuerdas (menudo guitarrista, merece más reconocimiento) y Carlos totalmente entregado a las voces mientras la sección rítmica los apoyan con todo. Una pieza algo más heavy, cercana a Manowar (otro de los referentes de los de Barakaldo) donde el duelo entre la guitarra y el teclado alternándose los solos es una auténtica delicia sonora. Cuentan con otro estribillo explosivo y otra canción ganadora.
Deathwalker es una de las sorpresas del álbum. Más oscura, melódica y épica, dejan de lado la velocidad para brindarnos una atmósfera acorde a su letra, con Jonkol luciéndose a los teclados creando ese ambiente tenso que se acentúa con las guitarras tétricas y el desgarrador grito de Carlos. Un inicio que pone los pelos de punta y nos da una pieza ideal para cerrar los ojos y dejarse llevar. Un tema más agresivo y oscuro que les sienta como un guante, pudiendo dejarnos momentos más densos en la sección rítmica y otro solo estratosférico de Pedro, el cual debería estar ya entre los mejores guitarristas del país, ya que tiene un don para los solos y las melodías. Quizás una canción algo diferente a lo que nos tienen acostumbrados pero con la que me han ganado y que puedo escuchar una y otra vez.
Llegamos al tema homónimo con el cual saben mezclar perfectamente el heavy metal épico con el power metal clásico. Otro estribillo que suena a himno, gran competencia instrumental y de nuevo ese duelo entre pedro y Jonkol donde guitarra y teclado brillan en cada solo haciendo que el tema termine de encumbrarse.
Forevermore cambia las tornas e inicia con unos teclados cristalinos, dando paso a una canción más calmada donde predomina más el sentimiento que impregna Carlos a la voz y la solemnidad plasmada en la letra, honrando al guerrero que deja el campo de batalla para ascender a los cielos. Encuentro ciertas reminiscencias a los primeros Dark Moor en el tratamiento de los teclados y la guitarra, dejándonos con un power metal que desprende calidad y feeling en todos sus poros.
Llega el turno de Heavy Metal, donde Vhäldemar hacen un canto a esta música que tantas pasiones mueve, y lo hacen como ellos mejor saben, con un corte épico, melódico y que es un himno desde su primer acorde. Así, haciendo referencia al cuero, los puños en alto y al sonido alto, nos brindan una canción donde se vuelve a hacer más que evidente las influencias de Manowar. El solo de Pedro vuelve a dejar marca y lo único que puedo decir es que estoy deseando escucharla en directo para levantar los cuernos y dejarme llevar. El álbum está lleno de himnos y éste posiblemente sea el más evidente. El tema más corto pero el que va directo al grano.
Ahora llega otros de los puntos álgidos del disco, y es que no hay trabajo de Vhäldemar que se precie sin una nueva entrega de la saga Old King's Visions, siendo esta la séptima, acorde con su séptimo lanzamiento. En esta ocasión estamos ante un desfile de epicidad donde el power metal más solemne hace acto de presencia. Guitarras que cabalgan de fondo, una sección rítmica imparable con un doble bombo atronador, un Carlos que deja claro que es un titán vocal y unas melodías a la guitarra que son puro oro. Por tercera vez, llega ese pique entre guitarra y teclados, donde en esta ocasión hay que darle la victoria a Jonkol por el uso de influencias neoclásicas y sus supersónicos solos. Ojo también al breve solo de batería. Una de esas canciones que te pasan por encima y que asombran y emocionan. Vhäldemar en estado puro.
Journey to the Unknown es la perfecta unión entre melodía y potencia, con esa épica que nunca falta en sus composiciones. Power metal agresivo y musculado donde hay que resaltar a un Carlos más desatado y el excelente trabajo de Raúl y Jandro que con su combinación logran resaltar y darle potencia a la canción que se encumbra con otro gran solo de Pedro.
Brothers es otra sorpresa dentro del disco al encontrarnos que el bajista Raúl toma las riendas a las voces como ya hizo en el anterior trabajo, ofreciendo un corte más enfocado al heavy clásico más parecido al de Dio o incluso con ciertas influencias del hard rock melódico. Un agradable y curioso cambio en el sonido que no les sienta mal, dejando brillar las capacidades vocales de Raúl y donde Jonkol también gana cierto reconocimiento con los teclados, siendo una composición que recuerda a trabajos clásicos del gran Yngwie Malmsteen, con Pedro jugando a imitar el estilo del guitarrista sueco. Un tema diferente y que convence.
The Rebel's Law nos devuelve a los Vhäldemar más tradicionales, con ese power metal europeo, siendo su inicio una inconfundible influencia de bandas como Helloween, Gamma Ray o Masterplan. Su letra nos devuelve a esa esencia true metal hablando de heavy metal, libertad y rebeldía y donde el solo de guitarra es una verdadera pasada. Vuelvo a incidir en que Pedro J. Monge debería figurar entre los mejores guitarristas de este país. Su trabajo está a un nivel superior y este disco es la prueba de ello. Un verdadero titán de la guitarra. Precisamente es el último corte, la instrumental The Last Flame donde el guitarrista se luce. Tras la intro de piano, elegante y calmada, donde Jonkol también destaca, irrumpe Pedro para darnos una lección magistral y regalarnos un solo donde hay melodía, velocidad, pasión... un cierre perfecto para un disco que vuelve a poner a Vhäldemar en la cima del power metal en Europa.
El séptimo trabajo de Vhäldemar es otra obra maestra dentro del heavy y el power metal. Un disco que desde su inicio hasta el final no da tregua y nos muestra las capacidades compositivas de una banda que con cada trabajo logran posicionarse y ganar el reconocimiento del público. Un claro competidor al disco del año dentro del metal nacional y dentro del power metal a nivel internacional. Como decía al principio de la reseña, no defraudan.
Discográfica: MDD Records
Formación
- Carlos Escudero - Voz
- Pedro J. Monge - Guitarra
- Raúl Serrano - Bajo
- Jandro Tukutake - Batería
- Jonkol Tera - Teclado
Tracklist
- Devil´s Child
- Dreambreaker
- Deathwalker
- Sanctuary of Death
- Forevermore
- Heavy Metal
- Old King´s Visions (Part VII)
- Journey to the Unknown
- Brothers
- The Rebel´s Law
- The Last Flame
Puntuación: 9/10